En esta edición, en la sección “La esquina del estudiante“, compartiremos un artículo de opinión escrito por la estudiante de Seniors Victoria Gatlin, en el marco del Proyecto interdisciplinario de Español y Humanidades. En el mismo, los alumnos investigan las propuestas de gobierno de todos los partidos políticos que se presentan en la carrera electoral presidencial de 2022. A su vez reciben un partido político para cubrir y generar noticias, artículos de opinión y reportajes.

Para ello, investigan sobre aquellos temas relevantes de la política del país. En este enfoque ellos trabajan pensamiento crítico, recopilación de datos, chequeo de fuentes secundarias y entrevistas con fuentes primarias. En este caso, a Victoria Gatlin se le asignó el PAC y en su artículo de opinión decidió reflexionar y argumentar sobre el gran tema de la corrupción.

Las opiniones vertidas en el mismo surgen de sus propias reflexiones y no se refleja la postura de la institución educativa.

 

El partido anticorrupción corrupto

El Partido Acción Ciudadana nace el 3 de diciembre del 2000, lo fundan los ex liberacionistas Ottón Solís Fallas, Margarita Penón Góngora y Alberto Cañas Escalante, como un partido anticorrupción, una oposición al sistema bipartidista de Unidad Social Cristiana y el Partido Liberación Nacional que alternaban el poder hasta hace solo unos años.

Era un partido hecho para escuchar al pueblo, combatir el elitismo y corrupción en el gobierno de Costa Rica. Pero, hemos visto una y otra vez que incluyendo este partido que luchaba contra estas injusticias, terminó en el mismo bote. 

Con escándalos como el de la “UPAD” de Carlos Alvarado, y el Cementazo del 2017, el PAC demostró que la corrupción en Costa Rica no es una cuestión de ciertos partidos “malos” sino de una cultura que va más atrás.

Desde préstamos de 31.5 millones de dólares por cemento debajo de la mesa, a la explotación de áreas silvestres como Papagayo, todos los partidos en Costa Rica tienen parte en algún escándalo. Y esto nos pone a pensar: si ninguno de estos partidos es bueno, ¿por quién voto yo?

Creo que todas las personas que han vivido en Costa Rica hemos oído la frase “El poder corrompe.” Una frase que parece que tenemos que usar, por lo menos una vez a la semana, cuando prendemos Canal 7, o nos llega el email de La Nación. Y esto es lo que parece que está pasando. 

Nosotros como humanos somos producto de nuestros entornos. La forma en que nos relacionamos con el mundo, o que definimos como bueno o malo, no son cosas con las que nacemos; nosotros como humanos formamos opiniones y morales basadas en la sociedad que nos rodea.

Por ejemplo, un niño nacido en el sur de Estados Unidos, tiende a crecer a tener ideas conservadoras, específicamente republicanas porque en esa sociedad eso es lo que se enseña, las ideas más progresistas no llegan a áreas rurales con una población casi completamente de tercera edad y tecnología moderna limitada. Sus ideas son productos de lo que es una cultura que por mucho tiempo han tenido ideas rígidas y de tiempos pasados. 

En las áreas de gobierno, poder y dinero se ve algo similar. Toda persona en este mundo hace lo que puede con los recursos que tienen para salir adelante, y todos pensamos que estamos haciendo lo mejor que se puede, sea para nuestras familias, para el país, o simplemente para nosotros mismos. Toda persona es buena cuando se ve en un espejo.

Uno no nace siendo un político corrupto, la corrupción viene de una cultura que habilita y promueve la corrupción como algo bueno, casi necesario. Todo el mundo lo hace aquí, desde pagarle a policías de tránsito para evitar una multa, a la contratación de firmas privadas para realizar obras viales, como se vio hace un par de meses. 

Así que, ¿cómo podemos cambiar esto? ¿Cómo arreglamos una cultura de corrupción que está tan profundamente arraigada en nuestra sociedad?

Yo digo que hay que ir a la base. El entorno que tenemos alrededor. 

Como sociedad, todos tenemos que cambiar este entorno. Un país no cambia solo con un traspaso de poderes. Un país cambia con los habitantes que quieren ver un cambio. Como generación y sociedad es nuestro trabajo quebrar el ritmo de corrupción y no excusar las acciones que nos llevan a estos puntos.  

Estas elecciones nos muestran esto, una cultura de corrupción no se puede combatir con un “Partido anti-corrupción”. Una cultura de corrupción se combate con la sociedad que moldean esta cultura día a día y creando un entorno mejor para generaciones futuras, para que la corrupción no se vea como un bien necesario, como se ve ahora. 

 

Texto por Victoria Gatlin

Edición de Mario Solano

Fotografías de Leandro Natale