Cuando Jade y Francis decidieron batir juntas la mezcla de harina y huevo, sabían cuál iba a ser el resultado final de la receta.

Juntaron fuerzas para alcanzar su objetivo. Poco a poco pudieron ver cómo esos ingredientes que estaban separados (harina, agua, sal, huevos) empezaban a fundirse. Iban convirtiéndose en algo nuevo, algo grumoso, que necesitaba más batido para convertirse en una masa suave y fácil de manejar.

La profesora Lidia las alentó: ¡pronto podrían probar aquel delicioso pan todos juntos en la clase de cocina!

En tan sólo unos minutos, estarían chupándose los dedos y pidiendo un segundo plato.

Jade y Francis mezclan los ingredientes con el “fin en mente”, ¡un delicioso pan!

7 hábitos en la cocina

Lo que no sabían los chicos -que semanalmente tienen su clase con Lidia-, es que al cocinar pusieron en práctica muchos de los 7 hábitos, los pilares de la filosofía Tree of Life.

La profesora Lidia supervisa la ejecución de sus instrucciones y oficia de guía de los pequeños cocineros en potencia.

Ser proactivo

En las clases de cocina los niños eligen qué van a preparar, se organizan para distribuir las tareas y poder ser eficientes en la labor. Aplican el primer hábito, ser proactivo. En Tree of Life enseñamos a no esperar que se resuelvan las cosas solas. Somos artífices de nuestro destino, incluso en algo tan simple como tener una alimentación balanceada, y cuidar de nuestra salud.

Elegir qué comemos y cómo lo comemos es parte de la actitud proactiva. Cocinar en casa, en familia o con amigos en la escuela les enseña a los alumnos a ser autónomos dentro de sus posibilidades.

Comenzar con un fin en mente

“Comenzar con un fin en mente”, el segundo hábito que propone Stephen Covey para ser efectivos, se aplica en toda clase de cocina, nos cuenta Lidia, porque es esencial “tener la receta con el plan paso a paso”. Ellos tienen en mente el plato terminado, y eso los motiva a seguir todos los pasos para cocinar algo delicioso, que ellos mismos comerán.

Primero lo primero

Cuando un niño o una niña sigue los pasos en orden para que salga bien, está aplicando el hábito 2 “primero lo primero”. “En las recetas el orden de los factores sí altera el producto”, señala Lidia.

Pensar en ganar-ganar

En la cocina todos participan y el clima que se vive es de abundancia, todos ganarán al final. Recibirán su porción y podrán repetir, porque la idea es que se cocina para luego compartir.

Primero, busca entender y Sinergizar

Como todo trabajo en equipo, es necesario el diálogo y la comprensión. Escuchar a los compañeros es fundamental para no cometer errores, sobre todo en las recetas, donde cualquier equivocación puede resultar en un plato final no tan comestible.

Por otro lado, también aplicamos el hábito 6, la “sinergia”, dice Lidia, “porque necesitamos la ayuda de todos los miembros, especialmente cuando hay que freír cosas o usar el sartén, en esas situaciones de riesgo, los pequeños se apoyan en los grandes”.

La curiosidad y el pensamiento lateral pueden estar involucrados en una clase de cocina.

Afila la sierra

Mientras Lidia nos explica esta importante aplicación de los hábitos en la cocina cotidiana, la harina vuela por todos lados y las carcajadas resuenan como cascabeles al viento. Entonces recordamos también que el placer de cocinar nos conecta con el hábito 7, “afila la sierra”, aquél en el cual nos renovamos física, espiritual y mentalmente.

Después de todo por algo existe el conocido dicho familiar: “panza llena, corazón contento”.

 

Texto por Alicia Nieva

Fotografías por Leandro Natale