Se acomoda el cabello lacio y largo tras las orejas. Antes de iniciar la conversación me aclara que ella usa muchas muletillas, como excusándose por esta debilidad en el discurso. Isabella, estudiante de Seniors pronta a graduarse, se detiene en el detalle, en la perfección, aquella que ella sabe que requiere de esfuerzo extra y dedicación. Mientras proyecta una imagen segura y equilibrada, podemos vislumbrar sus emociones agazapadas tras sus gestos pausados y medidos. La razón por la que estamos reunidas es para hablar de “Compartiendo salud”, un proyecto que inició en plena pandemia para hacerle llegar medicinas a los más necesitados, en una época de clínicas cerradas o abarrotadas de enfermos. Una idea fue la génesis del proyecto, pensada junto con un compañero de curso en un Steam Fair en Tree of Life International School. El paso extra para concretarlo fue exclusivamente suyo.

Isabella Con piensa que la sociedad no valora a las jóvenes mujeres. Ella quiere hacer la diferencia.

Cuéntanos en qué consiste tu proyecto”Compartiendo salud”.

-Nace en pos de ayudar a aquellos que no pueden adquirir servicios médicos o medicamentos por su propia cuenta, o por cuestiones sociales. Este proyecto que surgió muchos Steam Fairs atrás, cuando junto con un compañero -que ya se graduó-, decidimos hacer un planeamiento de desarrollo sostenible para cualquier clínica.

Durante la pandemia decidí comenzar el proyecto de verdad. Empezó con simple donaciones de pastillas, (2 o 3 paquetes). Con el tiempo, a partir de ser más conocido (no solo a papás de la escuela sino a personas que trabajan en el área de salud),  ya comenzaron a llegar donaciones de mil pastillas, que se han dispersado a tres diferentes clínicas, a las que ayudamos por el momento: FIMRC (Fundación para el Alivio Médico Nacional de los niños) en Alajuela, Casa del Socorro que es una clínica que ubicada en Río Grande de Pavas, auspiciada por el ministerio Mateo Talbot y la Universidad Federada San Judas y una clínica súper simple en Bahía Drake, que ni siquiera tiene nombre; es una clínica de ayuda social que es manejada por una doctora que también es súper humilde del área.

Las tres clínicas son sin fines de lucro y dan servicios de salud completamente gratuitos a las comunidades. Normalmente, los insumos de la clínica FIMRC y la del Socorro son traídos por donaciones o por voluntarios internacionales que vienen a hacer pasantías a Costa Rica. Ellos traen los insumos y también tienen que pagar un costo para hacer la pasantía. Esos son los únicos ingresos económicos que tienen. Durante la pandemia se les complicó porque no puede venir ninguna persona a trabajar, mas bien cerraron las clínicas durante un tiempo cuando la pandemia estuvo en su auge, pero ya todas están abriendo y están comenzando de vuelta a trabajar, con sus dificultades, claro, pero a lo que pueden ayudar.

 

Actualmente las donaciones de medicamentos llegan a tres clínicas sin fines de lucro.

-¿Cómo llegó usted a esas clínicas en particular?

Comenzamos con la clínica FIMRC porque allí  hice una pasantía hace unos años: uno de los papás del cole trabajaba ahí, y entonces ya tenía el contacto de ellos. La mejor amiga de mi hermana es doctora y realizó una de sus rotaciones de internado en Casa de socorro, entonces me pasó contactos de doctores dispuestos a dar donaciones de muestras de medicamentos que les dan. En el caso de la clínica de Bahía Drake, la mamá de mi mejor amiga tiene un hotel allí, y me contó sobre la situación que muchas de las personas pasaron durante la pandemia, porque es un área que vive solo por el turismo y se vio afectada. Me pasó el contacto de varias fundaciones que ya trabajan ahí, e hicimos diferentes alianzas para poder llevar las donaciones.

-¿Cómo les hacen llegar las donaciones?

 –Un día hago recogida de donaciones y me llego a lo de un doctor que puede donar, recojo miles de pastillas, las ordeno en grupos según categoría, hago inventario, voy a la clínica y las dejo. En el caso de Bahía Drake, que es más complicado por la lejanía, lo que hacemos es que lo mandamos con la mamá de mi amiga que tiene el hotel allá.

Lo que quiero ser es un puente entre los que tienen y aquellas personas que lo necesitan.

 

Para Isabella lo más importante es lograr la credibilidad de su proyecto.

-¿Quiere usted formarse en el área de salud más allá del proyecto social?

-En un inicio quería ser doctora, pero el contacto social del trabajo no es lo que yo más anhelo, entonces creo que la carrera que me interesa es Ingeniera Biomédica, pero, por el momento, no tengo conocimiento ni recursos económicos para hacer equipamiento médico, y de esta forma he podido ayudar de acuerdo con mi edad y mis capacidades actuales.

-¿Cuál fue el mayor desafío que encontró para emprender este proyecto?

-Creo que muchas veces uno empieza el proyecto creyendo que todo el mundo va a querer ayuda por ser de naturaleza social, pero no es así. Por ejemplo, en el momento en que se inició la campaña de fondos para papanicolaos, me encontré con que había gente que decía que no, cuando les pedíamos dinero, algo que yo no podía comprender.

Creo que lo fundamental es lograr que las personas tengan confianza en el proyecto, darle credibilidad al proyecto de uno para que las personas quieran ayudar.

-Encontrar la forma de darle credibilidad es algo que aprendiste con este proyecto y ¿qué otra cosa aprendiste con esta experiencia?

-Muchas veces cuando empieza un proyecto, uno tiene que hacer todo solo, no puede depender de otros, mientras el proyecto es solo de uno. Cuando uno comienza, uno tiene que quedarse callado hasta que salga bien, y una vez que eso pasa, se puede dar a conocer el proyecto, se puede empezar a buscar más ayuda, pero muchas veces uno depende de uno mismo y no de lo que otras personas hacen.

 

Isabella cree que al principio de un proyecto uno debe hacer todo solo.

-¿En algún momento sentiste que no podías o te frustraste mucho con algo?

-Tengo muchos conocidos cercanos que son doctores con especialidad en el área y cuando les pedí ayuda al principio – no tenía tanta credibilidad el proyecto -y no quisieron ayudar, creo que eso fue algo muy impactante para mí, entonces yo me quede así… “¡por qué no quieren ayudar!”. Eran más bien las personas que yo creí que me iban a donar.

-¿Cuál es tu hipótesis de por qué no creyeron en el proyecto en el momento?

-Muchas veces por ser menor de edad y por ser mujer. Cuando se da las dos cosas juntas, hace que pierda credibilidad el proyecto como tal, pero creo que en un futuro cuando esto crezca más y se vean los logros, van a haber más donaciones.

-¿Este proyecto te llevó a pensar áreas en las que te tengas que capacitar o mejorar para llevar adelante tus ideas?

-Para mí, el balance es la clave de todo, hay que ser aplicado en el cole, pero también tener vida social, y también tener sus proyectos afuera porque tampoco mi vida es solo la escuela. Creo que es importante aprender a organizar el tiempo. Por ello, hablando de ese balance, me fue necesario organizar un tiempo para esto específico. De esa forma, tengo una hora para planear cosas para “Compartiendo salud”, me enfoco en algo, pero todavía puedo mejorar.

 

Isabella encontró aprobación del mundo de los adultos, ese que tan lejano parecía.

¿Sentís que llevas adelante tu proyecto con la pasión o con la razón?

Creo que los dos tienen que estar en balance, porque uno podría argumentar que la pasión para ayudar a los demás tiene que estar cien por ciento ahí, porque yo sé que hay momentos en que uno dice “¿por qué nadie quiere ayudar, nadie quiere donar?” O en los que uno dice “tengo que sacar una hora para hacer un post de IG de Compartiendo Salud, “ y ahí es donde uno tiene que acordarse de que uno lo está haciendo para ayudar a los demás, no solo porque sí, pero también tiene que entrar la razón porque hay que tomar muchas decisiones en muchos momentos: cuando uno está ordenando las pastillas, al decidir a cual clínica se envían ciertas donaciones, a quién le voy a recibir pastillas y a quién no, etc.

-¿Te consideras una líder?

-Creo que siempre tuve un carácter fuerte desde chiquitita. Entonces creo que por ese ámbito sí. Hacer este tipo de proyecto ayuda a la comunidad y siento que lo que más me ha llenado (aparte de ayudar a las personas) es que cuando diferentes profesionales y ya adultos, de verdad, (enfatiza) lo ven a uno con la capacidad de hacer algo. Muchas veces por ser menor de edad a uno ni le dan atención, pero en el momento en que diferentes doctores o cabezas de las clínicas a las que estamos ayudando se toman el tiempo para sentarse y escuchar las ideas que uno tiene, creo que eso es algo que a uno lo hace sentir bien: empoderado y líder y te incentiva para seguir teniendo ideas, y seguir intentando hacer proyectos, a pesar de la edad de uno, y a pesar de los proyectos que uno ya tiene en la escuela, en la casa, bailando, (es bailarina profesional), etc.

 

-Si tuvieras que darles un mensaje a otros jóvenes, vos que ya saboreaste esto del liderazgo, de emprender tu propio proyecto, de encontrar obstáculos y sortearlos, ¿qué les dirías a un joven que está en la etapa inicial, que aun no se animó?

-Creo que hay muchísimas cosas que decir. La primera es comenzar un proyecto callado, mantener la idea para uno, trabajar sin contarle a todo el mundo, sino trabajar y tener una idea específica, redireccionar bien, porque permite dar más enfoque a algo. Después, a pesar de que la mayoría de los adultos no le van a prestar atención, siempre va a salir alguien, que va a tener virtud que va a decir: “bueno, me voy a sentar a escucharlo porque puede tener ideas que valgan la pena”. A pesar de que diez mil personas lo bateen a uno, siempre va a llegar algún adulto que diga “sí yo le creo”. Al principio nadie va a querer ayudarle, muchas veces uno tiene que empezar un proyecto por la propia cuenta de uno, y ser Zoila, porque yo soy la que hace los posts en IG, yo soy la que recoge y ordena las pastillas, yo soy la que hago prácticamente todo, sin embargo, en el futuro uno sí tendrá ayuda y podrá dar trabajo a otras personas.

-¿Hay algún líder, una persona, cercana o lejana que te inspira?

-Creo que hay muchísimas mujeres alrededor mío que podría mencionar, pero creo que, obviamente, comienzo por mi mamá, cuyo trabajo es ambiental (la Carta de la Tierra), y siempre he admirado ver qué tan lejos ha llegado desde abajo. Después, todas las profes en el cole, su trabajo es muy importante, influencian a todos los chiquitos y adolescentes que ven todos los días, y a Kata (Soto, encargada de proyectos en TOLIS) obviamente, que ni siquiera es el trabajo real de ella estar ayudándonos con nuestros proyectos personales y que saca de su tiempo y de sus dos mil contactos trata de llamar a dos mil uno para poder ayudarnos, a pesar de que no es su tarea principal acá en el cole, y que es la que más ha creído en nosotros.

 

Mientras Isabella habla de su mamá o de las profes y personas de la escuela que la impulsaron a soñar con este proyecto, su mirada parece fundirse en el horizonte, hacia algo inasible, algo inmaterial. Su expresión es lejana pero sus modelos cercanos. No eligió como líder a ningún Influencer ni estrella de televisión exitosa, todo lo contrario: sus referentes son personas de carne y hueso; cotidianas, palpables, hechas de días y días de esfuerzo y dedicación. Isabella busca la perfección. Sabe que para encontrarla no tiene que volar tan lejos, puede estar escondida en el más pequeño gesto de amor.

 

Entrevista por Alicia Nieva

Fotografías por Leandro Natale